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Entre tus virtudes nunca estuvo la prudencia, así que ni corto ni perezoso unes el meñique y el anular de tu mano izquierda, no quieres arriesgar la derecha, y la colocas en el extremo del pedestal. Una luz cegadora proveniente del pedestal inunda la cavidad. La montaña entera comienza a temblar y los enanos corren hacia el exterior acordandose de toda tu familia en no muy buenos términos.


Cuando el suelo empieza a resquebrajarse decides seguirles. Corres sin parar hasta que te alejas de la montaña un par de kilómetros hasta que una explosión se produce a tu espalda, te das la vuelta en el momento preciso en que una inmensa columna de humo comienza a brotar de la cima de la montaña.


Pronto el viento te trae un olor como de césped recién cortado ardiendo. El caso es que te resulta familiar... El humo se extiende por el planeta a medida que aumenta la felicidad de sus visitantes. El buen rollo y las risas se apoderan de todo. Nunca más ireis a la mina con el ánimo decaido, aunque más de una vez confundes la pala con...


FIN