33

Aprecias demasiado tu pellejo como para seguir huyendo. Además, a saber cuánto tiempo llevará la caja allí. Seguro que las hipotéticas trampas que pudiera contener han caducado. No quieres ni pensarlo así que abres la tapa de golpe. No pierdes ningún miembro, ni se te cae el pelo; no había ninguna maldición después de todo. En el fondo de la caja se distingue un guante blanco con diamantes engarzados, no hay nada más.


- Gracias señor Jim, ya no lo necesitaremos - Ali va a matarte sin haberte dado las gracias siquiera. Tienes que pensar algo rápido o no sabrás cómo termina "Perdidos" y te mueres de intriga, sobre todo después de ver en el último capítulo como al bisniesto de Locke le crecía una calva en el cogote.


Aún estás pensando, cuando de una abertura en el lateral izquierdo de la sala, sale un chillido agudo que aturde a tus captores. Te pones el misterioso guante. Si has de morir que sea llevando un lujoso accesorio. Una vez bien ajustado, las joyas empiezan a girar vertiginosamente, hasta que en un momento dado se detienen bruscamente y frente a ti se materializa un genio, lo reconoces por el turbante, que te concede tres deseos. No necesitas reflexionar ni un segundo. Terminas tus días como presidente vitalicio de tu propio planeta, en el cual solo viven mujeres con grandes pechos.


FIN