No te cuesta mucho encontrar a alguien que te lleve. En el utilitario del señor Yorck, un simpático publicista, llegas en un santiamén al concierto. Has tenido una suerte tremenda al encontrártelo, Dick tiene un par de pases VIP, pero su mujer no ha podido acompañarlo, así que te ofrece el que le sobra. El viejo encanto de Jim vuelve a funcionar.
Te paseas entre bastidores gorroneando bebidas y canapés mientras aprovechas para hacer contactos con la gente del mundillo, nunca se sabe cuando puede picarte el gusanillo de la música. Entre un mar de aplausos, Anaplastia sale al escenario. Empiezas a aplaudir tú también como un loco. No puedes creer que estes allí junto a esa pedazo de artista. Alzas la cabeza en un triste intento por contrarrestar la lágrimas de emoción que afluyen a tus ojos. Es entonces cuando lo ves. En el entramado de hierros y cables de los que penden los focos, lejos de cualquier luz, se agazapa un tipo vestido de blanco cuyas manos portan un sospechoso bote. Tu sentido arácnido te indica que Anaplastia está en peligro. Veloz como el mono que te robó la cartera en Gibraltar, te encaramas a los hierros. El tipo se percata de tu presencia y empezáis a forcejear, terminando los dos cayendo sobre el escenario delante de más de 10.000 vociferantes espectadores que piensan que todo forma parte del espectáculo.
A tu izquierda ha caído el bote del terrorista. No era ácido como pensaste en un primer momento, sino un líquido negro y espeso que se diluye entre las rendijas de la tarima.
- ¿Quién eres? - preguntas al asaltante, que yace inmovilizado por tus fuertes brazos
- Soy miembro del "Movimiento para la Liberación de la Música de la Tiranía de las Tías Buenas" y quiero un abogado.
- Y yo quiero dos penes pero el colegio galáctico de médicos se niega a implantarme otro, bienvenido a la vida real, mocoso - le esposas al batería, que bien podría pasar por el eslabón perdido entre el simio y el orangután y te diriges a Anaplastia, que hasta entonces se había limitado a contemplar la escena en estado de shock, para ver si se encuentra bien.
- Oh, muchas gracias, me has salvado la vida - te dice mientras se funde en un intenso abrazo contigo.
- En realidad no ha sido nada, cualquiera hubiera hecho lo mismo. Además, creo que lo del bote era pintura - un poco de modestia siempre viene bien a la hora de ligar.
- Mucho peor- replica enfadada - ¿Qué sería de mi carrera sin mi preciosa cara? Es el complemento perfecto para mi voz. ¿Qué hacían los patanes encargados de vigilarme? - los busca con la mirada pero sin éxito - Parece que se han largado. Jim a partir de ahora serás mi guardaespaldas personal, y no quiero un no por respuesta.
Cuando vas a preguntarle cómo sabia tu nombre, te lanza una mirada tan amenazadora que hace que sigas callado. No puedes rechazar la oferta.
Eres la sombra de Anaplastia durante varios conciertos. A medida que pasan los días, te vas ganando su confianza y pronto te conviertes en alguien indispensable para ella, que tan pronto le va a buscar un capuccino a las cinco de la mañana, como ejercita de paño de lágrimas.
El próximo concierto sera en Cinha. Preparas meticulosamente el viaje, los habitantes tienen fama de ser algo violentos. Todo va bien hasta mediado el concierto. La asistente personal de Anaplastia viene corriendo hacia ti con malas noticias: ha perdido al perro de la cantante. Ese perro es lo que más quiere Anaplastia en todo el mundo, conocer la noticia sería un duro golpe para ella, pero si luego se entera de que se lo ocultaste...
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