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Es increible el realismo de la muñeca. Si desenfocas la mirada no podrías distinguirla de Mariah, tu ex-mujer. A tu cabeza afluyen los buenos momentos que pasaste con ella, todos en la cama. Y mientras cierras los ojos vas recorriendo el detallado cuerpo de látex buscando avivar los recuerdos. Aquella vez en el parking del restaurante, cuando después de cenar no pudisteis refrenar la pasión. Ella te cogió del hombro y te diste la vuelta para besarla. Casi puedes sentir su mano sobre tu hombro, te das la vuelta y antes de que puedas besar al barbudo que tienes enfrente, este te para con un pequeña palmada en la frente.


- Tranquilo, amigo. No querrá morir de placer, ¿verdad?


Otra vez has vuelto a confundir la fantasía con la realidad, como aquella vez con las gemelas Appleton. Rojo de verguenza, te disculpas.


- No importa, puede pasarle a cualquiera. A mí suelen querer besarme todos. Usted debe ser el agente Jim, ¿no es así? Yo soy el Ranger Morris. Mi ayudante le envía recuerdos.


Al estrecharle la mano sientes que estás ante el ser más poderoso del universo. En unos minutos te pone al corriente del caso. Hace unas semanas detuvo a unos rateros con varios objetos antiguos no clasificados. No le dijeron de qué lugar provenían porque eran meros correos, pero le pusieron tras la pista del mafioso local: un terrestre llamado Zipple, dueño del "Esclavo 1" la discoteca más concurrida de todo el puerto deportivo de Tymosh, la ciudad donde, por si no lo sabías, has aterrizado.


Os vais de compras y por la noche, arreglados como manda la ocasión (pantalones de campana, chaleco y tupe) entráis en la disco.


Atravesáis la atestada pista de baile, lo que aprovechas para meter mano a varias chicas, hasta llegar a la zona VIP. Allí, sentados en un semicírculo, se reune la créme de la créme del crimen organizado. En el centro dormita un gigantesco caimán. El ranger Morris te los va presentando uno a uno. En primer lugar, el gordo Alberto, un afro-klamiano enorme, hinchado como un zeppelin; a su lado, Rizzo, un ser con el pelo verde que pese a su apariencia humana algo te dice que no lo es; luego el propio Zipple. A primera vista parece un oficinista: escuchimizado, con gruesas gafas de pasta negra del mismo color que su desastroso pelo. Al resto de los criminales no los nombra, no son importantes y además parecen estar demasiado borrachos.


Chuk te pide que que vayas a por una cerveza, mientras él intenta sonsacar algo a Zipple. Para cuando vuelves tras haberle quitado un par de birras a un robot camarero con forma de supositorio, no sabes cómo se las ha arreglado, pero te encuentras al cocodrilo convertido en un juego de zapatos, cinturón y bolso; a los borrachos directamente K.O. y los restantes estan enzarzados en un tiroteo con Morris, que les escupe de vuelta sus balas.


Cuando te ven aparecer, los mafiosos huyen en desbandada. El gordo Alberto choca cae sobre Chuk y lo inmoviliza.


-Sigue a Zipple - son sus últimas palabras antes de desaparecer bajo el orondo cuerpo del mafioso.



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