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Ya has tenido bastantes aventuras como para arriesgarte a adentrarte en el oscuro pasillo del que además se desprende un olor parecido al del melocotón, el cual aborreces.

Decides darle una oportunidad a los mineros, tal vez alguno de ellos tenga un minijet con el que huir de ese extraño planeta. Caminas durante varios días por valles sembrados de edificios en ruinas que apenas sobresaldrían del suelo en su época de mayor esplendor. De vez en cuando vas encontrando restos de los antiguos habitantes del planeta: un bastón por aquí, una pipa de fumar por allá... En el lecho de un riachuelo encuentras un anillo con extraños símbolos pero cuando vas a cogerlo te percatas de que continúa enhebrado en el dedo de su antiguo dueño (que por cierto no se cortaba las uñas), así que lo dejas donde está: seguro que era una baratija.

Poco después, llegas a la ladera de una montaña donde se apiñan un puñado de anticuadas casas de madera. De una de ellas sale un humanoide de no más de 1,40 metros de estatura, barba y bigote espesos, con un casco con dos cuernos y un hacha al cinto, que no duda en desenvainar nada mas verte.

- ¡Me rindo, me rindo! - gimes cobardemente al borde del llanto. El humanoide baja el hacha avergonzado ante tamaña muestra de pusilanimidad.

- Tranquilo hombre, es que me habías sorprendido. Me acabo de despertar y te he visto ahí de pie y te he confundido con el Cobrador del Frac(TM).

- Entonces, ¿esta es la colonia minera que estaba buscando? - preguntas mientras echas un vistazo alrededor.

- Hombre, tú sabrás. Hay una mina y mineros, pero igual hay más por ahí, aquí somos poco curiosos. La mina ocupa todo nuestro tiempo y no solemos viajar mucho. Por cierto, perdona mi falta de modales. Me llamo Ulin.

Estrechas su pequeña pero fornida mano. Si apretara más podría romperte todos los huesos de la mano.

- Yo soy Jim, encantado - intentas sonreir, pero ¿por qué hay que mostrar siempre alegría ante los demas por muy jodido que estes? Así que sigues mostrando la misma cara de amargado de siempre.

- ¿Qué te trae por aquí, Jim? - con un gesto Ulin te invita a sentarte en el suelo. No parecen muy hospitalarios los mineros. Para no ofenderle te sientas en un trozo libre de pedruscos y le cuentas tu historia, desde el principio del blog.

- Caray Jim, me hubiera valido con que me dijeras que necesitabas un minijet, no por nada, ¿eh?, es una historia interesante pero aquí el tiempo es oro y a lo tonto me has tenido dos horas escuchándote que me descontarán de la nómina - pese a lo que pueda parecer, no lo dice enfadado - En cualquier caso, no tenemos un solo vehículo de transporte. Se los llevaron todos nuestras esposas cuando se divorciaron de nosotros.

- ¿Entonces no queda ni una sola mujer? - preguntas sorprendido y un poco decepcionado.

- Por desgracia no, tal vez un psicólogo encontraría en ello la explicación de por qué tenemos la fijacion de penetrar en la montaña hasta lo más profundo una y otra vez. Todas las mañanas nos levantamos con unas ganas locas de entrar en ese cálido agujero - exclama señalando un boquete en la ladera a pocos metros de donde estáis.

La decepción se muestra en tu rostro. Ulin lo nota y te hace una proposición.


. Si te quedas con Ulin y los mineros, en espera de que algún día encuentres a una Blancanieves, ve al post 44
 
. Si te alejas de allí otra vez en busca de una salida del planeta, ve al post 43
 
. Si pensabas que Ulin le iba a proponer matrimonio a Jim, enhorabuena estás igual de enfermo que yo.